-Mira,
supongamos que existe un él y una ella. Supongamos que ella ha tenido dudas por
una o quizás dos semanas. Y que al final se ha dado cuenta de que ya no lo
quiere como antes. Supongamos, también, que él tuvo su oportunidad y la ha
perdido, pero sin embargo él la quiere de vuelta esta noche. Y ella siente que
las cosas se han terminado hace ya mucho tiempo, pero como no se lo dice pues
él nunca lo sabrá. Supongamos que él la llama y ella se da la vuelta. Ella no
quiere saber (nada de te amo), él debería dejarla ir (que no le diga que la
quiere) y dejarla en paz, porque esta vez ella lo está dejando de verdad. Y él
no debería decirle que la necesita (ha sido un poco lento) Porque ya no hay
salida fácil. Supongamos que es el momento de enfrentar que ella, finalmente,
se ha ido.
-¿Para siempre?
-Sí, para siempre. Y cuando llegue a casa agarrara una foto y cortará la parte donde él aparece. Porque verlo cada día será demasiado para los recuerdos (la derrumbarán) Supongamos que, mientras lo hace, tan sólo cae una lágrima (y el la llama) Pero ella no va a querer estar ahí, va a tratar de borrar todos los recuerdos que la hieren.
-¿Y él qué?
-Él debe ir aceptando que ella se ha ido.
-¿Y si suponemos que no puede?
-¿Para siempre?
-Sí, para siempre. Y cuando llegue a casa agarrara una foto y cortará la parte donde él aparece. Porque verlo cada día será demasiado para los recuerdos (la derrumbarán) Supongamos que, mientras lo hace, tan sólo cae una lágrima (y el la llama) Pero ella no va a querer estar ahí, va a tratar de borrar todos los recuerdos que la hieren.
-¿Y él qué?
-Él debe ir aceptando que ella se ha ido.
-¿Y si suponemos que no puede?
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